La migraña es un trastorno neurológico real y muy incapacitante.
Afecta a más de 1.000 millones de personas y es una de las principales causas de discapacidad temporal según la OMS.
La migraña es un trastorno neurológico primario caracterizado por episodios recurrentes de dolor de cabeza moderado o severo, acompañado de síntomas neurológicos y sensoriales.
A diferencia del dolor de cabeza común, la migraña implica una alteración en el procesamiento del dolor y en la sensibilidad del sistema nervioso.
La evidencia científica indica que la migraña involucra varios mecanismos:
- Hiperexcitabilidad cerebral, que provoca una respuesta aumentada a estímulos.
- Activación del sistema trigémino-vascular, con liberación de péptidos como el CGRP que intensifican el dolor.
- Alteraciones en neurotransmisores, especialmente serotonina.
- Predisposición genética demostrada.
Estos mecanismos están ampliamente documentados en guías internacionales.
Pródromo
Horas o días antes del dolor pueden aparecer: fatiga, cambios de humor, dificultad para concentrarse, bostezos frecuentes.
Aura (presente en el 20–30% de pacientes)
Síntomas neurológicos reversibles como: destellos, puntos ciegos, líneas en zigzag, hormigueo en cara o manos.
Fase de dolor
Dolor moderado o severo, usualmente unilateral y pulsátil, que empeora con actividad física. Se acompaña de: náuseas, vómitos, sensibilidad a la luz (fotofobia), sensibilidad al sonido (fonofobia).
Posdromo
Después del dolor pueden persistir: cansancio, sensibilidad aumentada, dificultad para pensar con claridad.
Estas fases están reconocidas por la International Classification of Headache Disorders (ICHD-3).
- Dolor de cabeza severo, pulsátil y unilateral.
- Náuseas y vómitos.
- Fotofobia.
- Fonofobia.
- Osmofobia.
- Empeoramiento con actividad física.
- Alteraciones visuales o sensoriales en pacientes con aura.
No causan migraña por sí mismos, pero pueden precipitar un episodio:
- Alteraciones del sueño.
- Estrés o liberación del estrés.
- Cambios hormonales, especialmente menstruación.
- Saltarse comidas.
- Deshidratación.
- Estímulos sensoriales intensos.
- Cambios meteorológicos.
- Alcohol (vino tinto especialmente documentado).
Todos estos desencadenantes están descritos en guías clínicas.
La migraña es una de las condiciones neurológicas más incapacitantes según la OMS. Puede afectar gravemente la capacidad de:
- concentrarse
- trabajar
- tolerar luz, sonido y olores
- mantener actividades diarias
Durante un ataque, la intensidad del dolor y la hipersensibilidad sensorial pueden exigir reposo completo.
Según los criterios diagnósticos internacionales, consulta si:
- Tienes episodios de dolor severo que duran entre 4 y 72 horas.
- El dolor empeora con actividad física.
- Los episodios se acompañan de náuseas o sensibilidad a luz o sonido.
- Existen antecedentes familiares.
- Presentas aura previamente al dolor.
Tratamiento agudo (para detener el ataque)
- AINEs (ibuprofeno, naproxeno).
- Triptanes (sumatriptán, rizatriptán, zolmitriptán).
- Gepantes (rimegepant, ubrogepant).
- Antieméticos (metoclopramida, domperidona).
Tratamiento preventivo (≥ 4 días de migraña al mes)
- Betabloqueantes (propranolol, metoprolol).
- Antiepilépticos (topiramato, valproato).
- Antidepresivos (amitriptilina).
- Toxina botulínica tipo A en migraña crónica.
- Anticuerpos monoclonales anti-CGRP (erenumab, fremanezumab, galcanezumab, eptinezumab).
Todos estos tratamientos cuentan con evidencia sólida.
- Mantener horarios regulares de sueño.
- Buena hidratación.
- Ejercicio físico moderado.
- Alimentación regular.
- Técnicas de reducción de estrés como relajación o biofeedback.
- Control de estímulos luminosos y ruidosos cuando sea posible.